PROPÓSITO: Valorar los alcances, limitaciones y reto de la evaluación del aprendizaje en la educación básica en México considerando los contextos donde se desarrollarán como futuros docentes.
ENSAYO CRÍTICO:
PATOLOGÍA GENERAL DE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA
(Miguel Ángel Santos)
El autor Miguel Ángel
Santos en el artículo Patología General de la Evaluación Educativa nos plantea
los problemas que se entrañan los procesos de la evaluación institucional
educativa en sus diversos niveles.
En el texto
encontramos subtítulos en los que se describen algunos aspectos de la
evaluación y los veremos en seguida.
El protagonista de la
evaluación vendría siendo el alumno en
este mecanismo, a cada alumno se le asigna un valor numérico, que es de su
exclusiva responsabilidad. La calificación del alumno es el resultado de su
capacidad y de su falta o derroche de esfuerzos, en el caso de fracasar solo es
el quien deberá pagar las consecuencias, de esta manera la evaluación se
convierte en un proceso conservador. Se valúan solamente los resultados: estos han
de ser tenidos en cuenta dentro del proceso evaluador en los que se toma en
cuenta: los presupuestos de los que se parte, las condiciones que se tiene, las
estrategias que se ponen en marcha, los procesos que se desencadenan, los
ritmos de consecución, la proporción rendimiento/ esfuerzo, es decir, no solo
importa lo que se ha conseguido sino el cómo, a qué precio, con que ritmo, con qué
medios, con cuantos esfuerzos, a que consta, para que fines. El proceso de
enseñanza/aprendizaje se realiza sobre un
cuerpo de conocimientos maso menos estructurados sin embargo limitarse a
la evaluación de conocimientos supone el no contemplar: actitudes, destrezas,
hábitos, valores , esto porque muchos profesores no tienen conciencia
profesional de que se trata de aspectos educativos relevantes, así mismo no
conocen las formas de acercarse a una evaluación adecuada de los mismos y como
consecuencia se repiten continuamente aquellas prácticas de evaluación
memorística.
Solo se evalúan los resultados
directos, pretendidos: estos siguen un proceso de encadenamiento lineal,
(objetivos propuestos/contenidos/métodos/evaluación de objetivos propuestos).
Es decir que la evaluación del mismo debe tener en cuenta tanto los resultados
que se buscan como los que se hayan provocado a lo largo del desarrollo
curricular. Existen
efectos que no son directamente observables, suelen pasar inadvertidos a los
ojos del evaluador. Se podría objetar que no es posible evaluar los efectos no
observables. No es así. Lo no observable no es equivalente a lo no existente.
Estas dimensiones de la
evaluación exigen, la utilización de técnicas de exploración adecuadas al
intento de llegar a descubrir e interpretar lo oculto del curriculum y de sus
resultados.
Es un error “someter” a los
alumnos o a los profesores de un centro o a los coordinadores de una reforma a
una evaluación conclusiva, sin tener en cuenta las condiciones, los medios, los
tiempos, los contextos en que se mueven. La necesidad de tener en cuenta un
contexto amplio cuando se pretende comprender la realidad de un sistema
actuante, pretende dar significado a la actuación de un alumno desde la óptica
del evaluador. Una calificación evaluadora puede ser considerada algo
despreciable en un contexto determinado, en aras de una pretendida
objetividad busca la creación y realiza la aplicación de instrumentos en medida
que no tiene una realidad viva.
La pretensión de atribuir números
a las realidades complejas es un fenómeno cargado de trampas
en el área de Educación. Pero como aparentemente tiene objetividad, genera en
los usuarios y destinatarios una tranquilidad mayor. También el profesor
puede sentirse después de plasmar sobre un papel una calificación, y de
esta objetividad pero se presentan diversas interrogantes, mismas que deberán
ser resueltas por otra evaluación.
Además de muchas situaciones que
se presentan se ha dejado ver que los maestros tienen como principal recurso
didáctico las evaluaciones y rangos de evaluación estandarizados y difícilmente
flexibles y se añade a esta problemática la complejidad de la explicación de
los datos cuantitativos. Ese modo de evaluar hace difícil la comprensión de la
realidad, su interpretación y obviamente la posibilidad de efectuar mejoras que
solucionen los problemas o se potencien los aciertos. Existe otra
complicada cuestión en la aplicación habitual de este tipo de pruebas “objetivas”
bajo el pretexto de que son más justas, ya que miden a todos de la misma forma.
Sí el examen consiste en una
prueba objetiva de Verdadero-Falso estudiará de forma distinta que si se
solicita un ensayo en el cual se dé muestras claras de lo que el alumno
verdaderamente sabe. Un proceso de enseñanza aprendizaje teóricamente asentado
sobre el desarrollo integral del individuo acaba con la evaluación
exclusivamente preocupada por los conocimientos adquiridos; Otras veces el
enfoque exclusivo en el aprendizaje de contenidos intelectuales pretende
concluirse con una evaluación que valla mucho más allá de lo que se ha
enseñado.
La evaluación habitual del alumno
parece cobrar sentido en la comparación y en la competencia es decir quien más
pruebas supera es mejor; Lo mismo sucede con la evaluación de centros. La
valoración cuantitativa es propensa a la comparación con países extranjeros y
de primer mundo que se encuentran en un nivel superior a nuestro sistema de
evaluación nacional.
Los profesores repiten una y otra
vez sus esquemas de evaluación, cada año se repiten las formas y
estrategias de enseñar pero a su vez de evaluar, de forma casi automática el
profesor repite sus fórmulas. En un curso con cinco asignaturas un alumno
deberá someterse a cinco diferentes proyectos de evaluación. Los profesores
evalúan de forma muy diferente pero cada profesor a pesar de tener diversidad
de cátedra evalúa de forma idéntica.
En los centros escolares, la
mecánica de la confección de las memorias tienden a convertirlas en
rutina pura, y en la medida en que estas se establezcan generalidades las
rutinas serán similares.
La evaluación ha sido un
instrumento de control de amenaza e incluso de venganza, respecto a algunos
alumnos que se han dado el derecho de ejercitar la crítica, a la discrepancia y
a la indisciplina. A nadie se le oculta que una evaluación puede ser dirigida,
condicionada o manipulada al servicio de unos intereses determinados, o de
decisiones pretendidas.
Así mismo la evaluación en
educación, no lo suele se educativa. La evaluación se cierra sobre si misma
constituye un punto final. No se debe confundir control con evaluación,
aunque las dos funciones pueden ser necesarias. Cuando los profesores se
niegan a explicar a sus alumnos de donde proceden las calificaciones que les
han atribuido, están desaprovechando un buen elemento de aprendizaje.
Solamente conociendo el resultado
se puede mejorar. No solamente será preciso conocer y analizar lo que ha
sucedido, sino planificar los nuevos procesos en función de aquello que se ha
descubierto como fracaso o acierto. Ese efecto retroalimentador se suele
perder en las evaluaciones educativas.
Los que desean conocer el
resultado de la evaluación y los que la llevan a cabo son integrantes de un
proceso. El evaluador no solamente mira
sino que busca. Y para ello ha de interpretar, y la interpretación necesita
unos códigos estructurados en los ejes de una sólida teoría.
La autoevaluación es un proceso
de autocrítica que genera unos hábitos enriquecedores de reflexión sobre la
propia realidad. Realizamos más progresos al reflexionar sobre nuestros errores
que al descansar en nuestras virtudes.
El proceso de evaluación es tan complejo que ha de ser necesariamente evaluado para poder atribuirle un valor. En cualquiera de sus vértices puede encerrar numerosas trampas, riesgos, deficiencias. Por eso se hace imprescindible establecer criterios que permitan evaluar los mecanismos de evaluación.
El proceso de evaluación es tan complejo que ha de ser necesariamente evaluado para poder atribuirle un valor. En cualquiera de sus vértices puede encerrar numerosas trampas, riesgos, deficiencias. Por eso se hace imprescindible establecer criterios que permitan evaluar los mecanismos de evaluación.
BIBLIOGRAFIA
Santos, M. A. (1988). Patología
general de la evaluación educativa. Infancia
y Aprendizaje,
41,143‐158.
Recuperado de:
Patología: es la rama de la medicina encargada del estudio de las enfermedades en los humanos. Es decir, se considera a la evaluación como una enfermedad ¿porque?, porque son problemas que se entrañan los procesos de la evaluación institucional educativa en los distintos niveles.
ResponderEliminarLa palabra evaluación, para muchos causa terror, miedo angustia, y mas aun porque existen distintos estilos de evaluación de los que se apropian los docentes que en ocasiones perjudican a los alumnos, considero que esto es lo que llega a causar algún sentimiento en nosotros como alumnos, el ¿Cómo me van a evaluar?.
En la lectura de las patología general de la educación,muestra la evaluación como una enfermedad, diría yo una enfermedad crónica, ya que apesar de que "los doctores" en este caso los docentes, busquen una "cura" solución de ella, realizan todo lo contrario, ya que, se involucran más y más con alguna "enfermedad" y la propagan más.
ResponderEliminarLamentablemente en la mayoría de las veces el único perjudicado es el alumno, ya que en vez de realizar alguna prueba de evaluación con gusto, la hace con temor y con la gran presión de sacar buenos resultados o de siempre tener un desempeño excelente ante su profesor.
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